RIO NAZAS

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sábado, 7 de mayo de 2011

La UPN de Puebla y la estulticia universitaria


Por Miguel Ángel Rodríguez
Jueves, 05 de Mayo de 2011 | 12:37
Pedro Valdés Martínez, director de la UPN de Puebla, desconectó el servicio de Internet de la institución dedicada a la educación superior del magisterio. Más de cuatro mil estudiantes de la entidad se quedaron sin derecho a Internet desde hace dos semanas. Cuando la Jornada de Oriente y el periódico digital e-consulta abordaron el tema de la crisis de corrupción que vive actualmente la institución.
Los prestigiados medios denuncian, entre otras cosas, la compra-venta de plazas y el intercambio de influencias políticas y privilegios económicos que Pedro Valdés Martínez ha obtenido de la UPN de Puebla. Clientelismo político con los alumnos y las alumnas de bajos recursos que asisten a las aulas de la UPN, perversión del servicio social que convierte al estudiantado en mano de obra gratis para los partidos políticos.
Sobornos, fiestas, regalos, compras y obras de construcción por millones de pesos sin licitación de por medio. Diez millones de pesos anuales administrados sin rendir cuentas a nadie.
Y lo más triste y caro para Puebla, la degradación moral y académica que acompaña a la UPN de Puebla desde la llegada de Pedro Valdés a la dirección, cargo al que llegó por obra y gracia de su cómplice y socio, Darío Carmona García. Jamás la producción intelectual de la UPN estuvo más pobre, ni investigaciones, ni revista, ni libros, ni artículos, ni congresos, ni foros, nada. Una universidad sin capacidad profesional para cumplir con las funciones sustantivas que le fueron encomendadas. Esfuerzos heroicos y personales de dos o tres profesores e investigadores hacen la excepción.
La universidad desapareció del horizonte del decoro en el que venía caminando para ubicarse en la ignomnia. ¿Piensan que exagero?
Nadie en el mundo occidental consideraría como sano para un centro de educación superior estar desconectado de la comunicación cibernética. Eso equivale a arrancar a los jóvenes el derecho a la información del mundo científico y cultural; el derecho a estar a tiempo con los descubrimientos deslumbrantes de la naturaleza del cerebro, la maravilla del cosmos, los debates y las reflexiones filosóficas de la educación, revistas y periódicos, bibliotecas; en fin, la oportunidad de conocer las pedagogías emergentes e innovadoras para trabajar en regiones pobres, migrantes o interculturales. Un acto de vandalismo político sólo comparable con los ejemplares coscorrones de su maestro y guía moral: Mario Marín Torres.
Pero no es nuevo, Pedro Valdés Martínez es el responsable de desmantelar la maestría en educación básica con la mirada puesta en el ámbito regional. Una maestría que de haber sido apoyada ahora quizá estuviera en el padrón de excelencia de CONACYT. Pero por el contrario, Pedro se encargó de hacerla desaparecer porque la planta docente apoyó la campaña política de su antiguo adversario Mario García García. Imagínense los corucos que habitan la cabeza, siempre muy bien acicalda, pero infestada y hueca de Pedro. ¿Quiénes permitieron silenciosos tantos latrocinios?
Si los actos de corrupción de Pedro son una canallada para la educación pública de Puebla, igualmente representan un elevado daño patrimonial y espiritual. Y en conjunto configuran tal cantidad de delitos y violaciones a los derechos humanos que, de aplicarse la ley de responsabilidades de los servidores públicos, Pedro Valdés Martínez no sólo debería estar fuera de la UPN de Puebla, sino del sistema educativo nacional. Su presencia es una ofensa, una traición para los profesores dignos e inteligentes del magisterio poblano.
¿Hasta cuándo la comunidad universitaria comprenderá que para enseñar y aprender pedagogía crítica es necesario zafarse de la sombra de almas vulgares -como la de Pedro Valdés Martínez- de la educación pública de Puebla? Lo demás es triste discurso. La fétida sumisión cultivada.
En verdad, no hay palabras para describir la estupidez que Puebla arroja al mundo contemporáneo desde la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad 211. Estoy seguro que eso de suspender el internet para que los universitarios no se enteren del caudal de aguas pútridas que los medios de comunicación denuncian de sus actos, colocará a la institución y a Pedro Valdés Martínez en los records Guiness de la estulticia humana.

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