El Benemérito Instituto Normal del Estado celebra su ciento veintiocho aniversario. En 1879, se inician los cursos de la Escuela Normal de Profesoras, bajo la dirección de la profesora Paz Montaño y un año después, se abren los cursos por separado para profesores varones. El gobernador del estado Juan Crisóstomo Bonilla, designa como director de esta nueva escuela normal al “educador de América”, al intelectual liberal Guillermo Prieto.
En los primeros años del siglo veinte, en mil novecientos seis, se integran las dos escuelas normales y se crea el Instituto Normal del Estado, nombre que conservará hasta mil novecientos sesenta y nueve en que se transforma en Benemérito Instituto Normal del Estado, nombre con el que se conoce actualmente.
Probablemente, entre mil ochocientos setenta y nueve y mil novecientos sesenta y nueve, durante el primer siglo, sea considerado como la edad de oro del normalismo poblano. Durante este periodo se formaron varias generaciones de profesores que integraron un importante ejército que se enfrentó al analfabetismo que por aquellos días era casi absoluto.
A principio del siglo veinte otra era nuestra realidad, la investigadora Mary Kay Vaughan la describe de la manera siguiente “La nueva escuela incorporó muchos valores que enseñaba la iglesia (sumisión, limitación, modestia), pero acordes a una nueva ideología basada en las necesidades y los valores de la burguesía. No es sorprendente pues que el programa de la escuela en México propusiera modificar precisamente aquellas características que los inversores extranjeros criticaban en los trabajadores mexicanos: inercia, fatalismo deshonestidad, falta de iniciativa tanto como de previsión y de espíritu de ahorro, irresponsabilidad para llevar un trabajo continuo”.
La autora de Estado, clases sociales y educación en México, afirma que tanto Justo Sierra como los positivistas y los hombres de negocios atribuían este comportamiento a los trescientos años de servir a los españoles, sin embargo, apreciaban la sumisión, la capacidad de resistencia frente al trabajo pesado y la tolerancia a los bajos salarios.
En el informe presentado al Congreso Nacional de Educación Primaria, en septiembre de mil novecientos diez, las autoridades escolares de Puebla, sostiene Mary Kay, pusieron en evidencia el papel desempeñado por la escuela para corregir las deficiencias en la conducta que normalmente se calificaba como vicios:
La gente de Puebla presenta un aspecto físico cada día mejor…Está abandonando sus prejuicios, sus errores y su rudeza y adquiriendo hábitos de moralidad, economía y orden: simpatizan con nuestra propaganda contra los vicios que desafortunadamente han dominado nuestra raza”.
En el primer siglo de vida la escuela normal de Puebla libró innumerables batallas culturales. Durante este tiempo, los educadores hicieron crecer su acervo bibliográfico, con la adquisición de textos producidos por los movimientos literarios que surgieron en el país, que junto con las publicaciones de estudiantes y profesores, convirtieron a esta biblioteca en una fortaleza pedagógica que era orgullo de los maestros y jóvenes que ahí se formaron.
En mil novecientos setenta el Instituto Normal del Estado abandona su antigua sede ubicada en la once sur en el número mil dos, para trasladarse en su actual edificio por el Bulevar Hermanos Serdán. Atrás quedaba una historia y una época, la mudanza incluía también la herencia de los jesuitas, antiguos dueños del Colegio del Sagrado Corazón de Jesús, esta herencia consistía en muebles de maderas preciosas, finamente labradas, de los cuales, algunos se conservan en buen estado, otros se destruyen por el descuido y la indiferencia, otros más han emigrado a domicilios particulares.
Durante la segunda mitad del siglo anterior, los directores y profesores empezaron a saquear y a destruir el patrimonio cultural del BINE, se destruyeron mapas antiguos de los siglos dieciocho y diecinueve, se sustrajeron libros de incalculable valor científico y pedagógico, se destruyó o se vendió parte de los objetos del museo de historia natural, toda clase de objetos de laboratorio que por su rareza, indicaban su antigüedad.
En la última década del siglo veinte los directores se significaron por el grado de ignorancia, por su desprecio a la historia del instituto, por la violencia contra la escritura y la destrucción de la memoria escrita. Durante los últimos veinticinco años se cometió un verdadero memoricidio al destruir biblioteca, museo y archivos, un daño irreparable para el normalismo poblano y para la educación pública del país.
Me da pena mencionar el nombre de los directores que ordenaron la destrucción y quema de los archivos centenarios, de los cientos de libros arrebatados de sus antiguos libreros de roble para ser quemados, varios de los libros eran textos de los clásicos escritos en griego y latín, colecciones completas de libros de literatura, ciencias naturales, religión, historia y geografía, esta perversión es comparada solo con la ejercida por los frailes Juan de Zumárraga y Diego de Landeros a los que se señala como responsables de la quema del noventa por ciento de los códices mayas, o de los religiosos católicos españoles que quemaron los códices aztecas.
Hoy todos guardamos silencio, algunos por vergüenza, por no haber tenido el coraje para impedirlo, otros guardan silencio por complicidad, porque varios de estos libros, fueron salvados para ser vendidos en el mercado de antigüedades de “Los sapos”, desde entonces, los maestros dejamos de utilizar la biblioteca y con ello, también estamos dejando de ser profesores.
A todo lo anterior, debemos agregar el desmantelamiento del departamento de impresión y la destrucción de las imprentas centenarias del BINE. Esto ocurre casi de manera simultánea con la destrucción de otra biblioteca centenaria, la que fue propiedad del Instituto Madero y que también guardaba un importante acervo bibliográfico pedagógico de la normal México, de principio del siglo veinte.
De este memoricidio son responsables las administraciones compuestas por políticos insensibles por preservar el patrimonio de la memoria escrita en las escuelas del estado de Puebla.
Profesor del Bachillerato General Matutino del BINE
Comentarios a: hernandez_luis21@yahoo.com.mx
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